Una de las ventajas del restaurante ConGracia es el espacio. La sala es íntima y nos permite interactuar con nuestros clientes que muchas veces se convierten en nuestros amigos.
Personas que repiten cada vez que viajan a Barcelona y que llegan de todas partes del mundo nos ayudan a crear un ambiente familiar muy especial.
La mayoría de nuestros amigos nos cuentan sus procedencias para compartir detalles culturales e intercambiar información sobre todo, como no, relacionada con la restauración.
Pero no siempre nuestra interacción se queda en palabras. A veces los detalles se extienden hasta la siguiente visita, como es el caso de nuestros amigos Cristina y Pau.
Cristina y Pau hablaban entre ellos un idioma que no podíamos distinguir, reconocíamos la mayoría de los vocablos y otros nos eran completamente desconocidos. Nuestra curiosidad nos llevó a preguntarles qué idioma utilizaban. Con una enorme sonrisa nos contaron que eran de un bello pueblo de la Comunidad Valenciana llamado Chella y que en él se habla un peculiar dialecto o lengua vernácula que es resultado de una amalgama de tres lenguas: valencia, castellano y aragonés. Nos pareció muy interesante y enriquecedor.
Al servirles nuestro maridaje, llego el momento de llenar sus copas con Pago del Vicario, un vino rosado que casamos con nuestra especialidad más popular: el arroz cremoso con trufa. Les contamos que su sabor recuerda a un famoso caramelo de los años ochenta llamado Koyak, y quedaron alucinados con el sabor.
La siguiente vez que nos visitaron, nos han dejado con la boca abierta al entrar por la puerta, llevaban con una lata gigante de Koyak, y un libro interesantísimo titulado: «Filología Chellina«.
Gracias amigos por este intercambio de cultura y por vuestras enriquecedoras visitas a este espacio familiar.
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